“Ossa la bien aimada” (“Osse la bien amada); “Tu, deu Valon” (Tú, del vallecito); “Be n’ès la hilha ainada” (“Eres la hija mayor”); “Tu n’ès la Flor” (“Eres la flor”). Esas son las palabras del poeta Xavier Navarrot para este pueblo acurrucado a los pies del Layens. Así es, caminando por el pueblo el viajero descubrirá fachadas medievales reconocibles por los grandes sillares, y también por las edificaciones tradicionales adornadas con balcones y galerías.

Además de su aspecto cuidado, Osse se caracteriza por su historia religiosa y la convivencia de comunidades católicas y protestantes hasta hoy. Entre las figuras protestantes cabe mencionar la aurostère (mujer encargada de improvisar un canto fúnebre para un difunto) Marie Asserquet, «María Blanca», quien dio al aurost (cantos personalizados en homenaje a los difuntos) sus títulos de nobleza. Y también los Hermanos Cadier, pioneros del “pirineísmo”, autores de épicas narraciones de carreras en montaña.