“Ath soum d’Ania, Broches, Brochas, demons e furias” (En la cima del Anie brujos, brujas, demonios y furias). Las creencias antiguas fueron sustituidas por la fascinación por las cumbres y las paredes calcáreas del Circo: el Pico de Anie (2.504 m de altitud.), las agujas de Ansabère, el Billère, la Mesa de los tres Reyes… Lescun sigue siendo uno de los lugares más importantes del “pirineismo”, conservando su carácter agro-pastoral. Las cimas y los bosques frente a los que se encuentran los prados de siega -setos, granjas, frutos del trabajo de los hombres- crean paisajes ansiados por los fotógrafos. En el pueblo, bonitos jardines floreados decoran las callejuelas en primavera. Los taludes de las pequeñas carreteras que conducen a las granjas están naturalmente cubiertos de flores violetas (claveles, pulmonarias, orquídeas, etc.), amarillas (amapolas, prímulas, etc.), anunciadoras de la riqueza florística de este valle de los Pirineos.

La calle que lleva a la iglesia ilustra las características de los pueblos de montaña: estrechez, casas con gruesas paredes y pequeñas aperturas, fuentes, abrevaderos… Algunas tumbas discoídales en el cementerio anuncian la proximidad del País Vasco. Es una excursión que merece la pena.